Siglo XX
Comenzando el siglo XX, los
indígenas, como en épocas anteriores, sufrían de una gran discriminación hacia
ellos, su cultura, y el punto clave aquí, su alimentación. En esos años todo aquello
que distinguía a los indígenas era considerado como inferior.
“Para
1950 la mayoría de los sectores bajos capitalinos eran inmigrantes provenientes
del campo y el vivir en una gran urbe como Ciudad de México implicaba una
transformación en los hábitos alimenticios de aquellos que venían del campo.
Beber café instantáneo se convirtió en un símbolo de la vida urbana y una
prueba de movilidad social que marcaba una diferencia entre la economía de
subsistencia y la sociedad de consumo”. [1]
Y no sólo fue el café instantáneo,
sino que comenzaron a cambiar su forma de alimentación completamente, por
ejemplo, ya que el comer insectos y comer mucho chile era visto como algo que
sólo hacían los indígenas algunos dejaron de comer esto para poder formar parte
de aquello que se llamaba “sociedad moderna”.
Fue tanto en esta época, como
actualmente, que los medios publicitarios tomaron un papel muy importante al
tratar de convencer al público que los productos que les ofrecían, tales como
la leche en polvo, café instantáneo y aceite eran mejores que los insectos,
café molido y la manteca. También en este proceso formaron parte importante los
médicos de la época, que en algunos casos, les sugerían a sus pacientes ingerir
productos extranjeros en lugar que los que se encontraban en su territorio.
Lo anterior, cambió profundamente la
forma en que comenzaron a prepararse los alimentos; los medios difusivos
lograron ir avanzando a lo que era su propósito, integrar sus productos a la
vida cotidiana de la gente. Con el tiempo se fue dando paso a una serie de
nuevos alimentos llenos de calorías y grasas que pronto llegaron a sustituir a
cualquier otro.
El gobierno, en todo caso, no ayudó
notablemente a que la población mejorar su alimentación usando los productos
nacionales. Un ejemplo notable de esto es como el gobierno entregó desayunos a
los pueblos necesitados, ya que, en vez de entregarles alimentos de su región,
entregaba cereales o lechitas. Este, es un claro ejemplo de cómo el gobierno
“educó” a los niños desde pequeños, dándoles a entender que estos alimentos
eran los que necesitaban y debían consumir.
[1] Aguilar Rodríguez, Sandra. La mesa está servida: comida y vida cotidiana en el México del siglo XX, p. 59.
Fuentes:
Aguilar, Sandra. La mesa está servida: comida y vida cotidiana en el México del siglo XX en Revista de Historia Iberoamericana No. 2, 2008, p. 52-85.
Aguilar, Sandra. La mesa está servida: comida y vida cotidiana en el México del siglo XX en Revista de Historia Iberoamericana No. 2, 2008, p. 52-85.
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